Ore wa Nakama-da

sábado, 22 de noviembre de 2008

Renacer II

Me apresure a secar las lagrimas que caian por mi rostro, no queria que nadie me viese llorando y, ademas, con el cuerpo hecho pedazos.

El sol golpeo mi cara, obligandome a cerrar los ojos por completo. Los ens entreabri ligeramente, lo unico que podia ver era una sombra parada en la puerta "vaya, parece que al fin te has despertado" dijo una voz joven y masculina "llevas como tres dias durmiendo, pero a pesar de eso parece que no te ha sentado demasiado bien el desayuno, y te aseguro que ese no es el mismo que te puse ayer" me decia con una voz en tono medio de broma y medio de reproche al tiempo que observaba la pared manchada por un poco de leche y los restos en el suelo de lo que habia sido un cuenco de ceramica.
Me arrepenti un poco de mi comportamiento, aunque aun seguia muy frustrada por no poder hablar.

"Estas muy palida" continuo mientras se acercaba a mi "¿Te apetece tomar el sol un rato?" me pregunto al tiempo que se sentaba a los pies de mi cama, recele un poco, pero su rostro no me inspiraba tampoco desconfianza absoluta, asi que asenti. "Bien, espera aqui un momento".

Salio de la habitacion, mis ojos se habian habituado a la iluminacion que entraba del exterior, tras la puerta habia una especie de pasillo de madera que, supuse, daba la vuelta a toda la casa, y sobre dicho pasillo un techo de madera. Al instante regreso mi cuidador con algo que no habia visto nunca antes. Parecia una silla normal de madera, pero traia a sus lados dos grandes ruedas de madera y dos mangos en la espalda. La dejo a un lado de la cama, se acerco a mi y me cojio con suma delicadeza, cosa que no hizo que al dejarme sobre la silla mi cuerpo se sintiese ligeramente dolorido, acto seguido cojio la silla por detras y me llevo afuera.

De nuevo mis ojos se cerraron por culpa de los rayos del sol.

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